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'Nacionalizar la ciencia y mexicanizar el saber', la fundación de la Universidad Nacional de México en el marco del Centenario\nMa. de Lourdes Alvarado\n\nResumen\nEn México, 2010 fue año de festejos: el bicentenario de la Independencia, el centenario de la Revolución, pero también el centenario de la fundación de la Universidad Nacional de México. En este artículo se analiza la génesis de importantes instituciones educativas fundadas alrededor de 1910, punto cuya idea germinal ya había recorrido un largo camino: había sido lentamente formulada y madurada por Justo Sierra, quien posteriormente la transmitió a sus más cercanos colaboradores, entre ellos Ezequiel A. Chávez y Porfirio Parra. Convencer a la clase política de la pertenencia tanto de una universidad como una Escuela de Altos Estudios fue, sin duda, un gran triunfo de Sierra. Estas instituciones propiciaron el desarrollo posterior que experimentó la educación media y superior en el país. Sin carácter nacional, gratuito y laico; su apertura explicita a todas las corrientes ideológicas como a todas las disciplinas científicas y humanísticas, así como su interés por desarrollar la investigación y la especialización eran conquistas imaginables tiempo atrás.\n\nPalabras clave: historia de la educación, historia de la universidad, México.\n\nMa. de Lourdes Alvarado\nmdalame@servidor.unam.mx\nDoctora en Historia. Investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), Universidad Nacional Autónoma de México. Temas de investigación: historia de la educación, educación y género.\n\n1 Una versión más amplia de este trabajo fue presentada en el coloquio \"1910. México entre Dos Épocas\", organizado por el Instituto de Estudios de América Latina, Universidad Sorbona, del 20 al 22 de octubre de 2010. 'Nacionalizar a ciência e mexicanizar o saber', a fundação da Universidade Nacional do México no marco do Centenário\n\nResumo\nEm México, 2010 foi ano de comemorações: o bicentenário da Independência e o centenário da Revolução, mas também o centenário da fundação da Universidade Nacional do México. Neste artigo se analisa a gênese de importantes instituições educativas fundadas ao redor de 1910, mas que tinham um longo caminho: tinha sido lentamente formulada e amadurecida por Justo Sierra, que posteriormente a transmitiu a seus mais próximos colaboradores, entre eles Ezequiel A. Chávez e Porfirio Parra. Convencer a classe política da pertença tanto de uma Universidade como uma Escola de Altos Estudos foi, sem dúvida, um grande triunfo de Sierra. Estas instituições proporcionaram o desenvolvimento posterior que experimentou a educação média e superior no país. Sua característica nacional, gratuita e laica; sua abertura explícita a todas as correntes ideológicas e a todas as disciplinas científicas e humanísticas; assim como seu interesse pelo desenvolvimento da pesquisa e especialização foram conquistas inimagináveis nos primeiros anos.\n\nPalavras chave: história da educação, história da universidade, México.\n\n'Nacionalization of science and Mexicanization of knowledge', the foundation of the National University of Mexico in 100th Anniversary Celebration\n\nAbstract\nIn 2010 Mexico celebrated the bicentennial of the Independence, the centennial of the Revolution and the 100th anniversary of the foundation of the National University of Mexico. This article analyzes the genesis of important educational institutions founded around 1910, which had come a long way already: formulated and initiated by Justo Sierra, who then transferred it to his close collaborators Ezequiel Chavez and Porfirio Parra. Convincing political actors of the need for a university and a School of Higher Studies was, unquestionably, a great victory of Sierra’s. These institutions later led to the development of secondary and tertiary education in Mexico’s national, free, and laic nature; its explicit openness to ideologies as well as scientific and humanistic disciplines; and its primary interest on the development of research and specialization were unimaginable achievements in the early years.\n\nKey words: history of education, history of the university, Mexico. Es común ahora, cuando se rememoran las festividades del Centenario de la Independencia de México, recordar la gran cantidad de obras públicas y ceremonias de diverso tipo que tuvieron lugar en septiembre de 1910; sin embargo, pese a su importancia, pocas veces se reflexiona en la importante agenda educativa y cultural que entonces se llevó a cabo, la cual, en gran medida, estuvo bajo la coordinación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, a su vez encabezado por un destacado político y hombre de letras: Justo Sierra Méndez. El presente trabajo pretende llenar ese vacío y centrar su atención en esta fecha, puesto evidente, de las conmemoraciones patrias de aquella fecha, entre las que por supuesto destaca la inauguración de algunas instituciones fundamentales para el futuro inmediato y más del país y cuya creación comenzó a formar parte de un programa educativo largo, acariciado por su principal impulsor. Dentro del conjunto destacan las fundaciones de la Escuela Nacional de Maestros, de Altos Estudios y, la Universidad Nacional de México. Analizar sus antecedentes, conocer las características que caracterizaron sus orígenes, así como sus aciertos y limitaciones iniciales, es el objetivo de este artículo.\n\nI. “Esplendores reales y solemnidades circunspectas”\nQuienes nos hemos acercado al tema del primer centenario de la Independencia de México hemos observado que muchos de los monumentos y edificios que hoy en día embellecen la ciudad de México y buena parte de las capitales y cabeceras municipales de los estados proceden de la entonces llamada \"fiesta de la gran familia mexicana\". Y en efecto, el programa conmemorativo fue particularmente ambicioso, tanto por su dimensión como por la importancia y trascendencia de muchas de las obras públicas y actividades que se llevaron a cabo. Y es que en respuesta al particular interés del régimen en la conmemoración que se aproximaba, con la débil anticipación que requería el caso, desde 1907 se conformó la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia, cuyo objetivo y función fue la de organizar y dirigir los trabajos preparatorios de la “solemnidad y fiestas” con las que debía celebrarse un \"fausto aniversario\" (La Comisión..., 1907: 516, “Acta de instalación...”, 1910: 2).\n\nVisto a distancia, no queda más que aceptar que este grupo, conformado por \"ciudadanos de buena voluntad y amantes de su patria\", creó posteriormente la convocatoria \"Al Pueblo de México\", cumpliendo con la satisfacción del contenido que se le encomendó y que tanto interesaba y preocupaba al gobierno de la dictadura. De acuerdo con las instrucciones del propio presidente Díaz, no debían escatimarse esfuerzos ni recursos para que las actividades conmemorativas tuvieran \"la grandeza y esplendor que representen a nuestra tan anhelada conmemoración nacional\", y en efecto, como dice Genaro García, crónico del acto de cernimiento, durante el mes de septiembre de 1910 la ciudad de México fue el escenario protagónico, mapa no único, de \"esplendores reales y solemnidades circunspectas\" (García, 1911). \n\nII. El programa educativo\nPara los organizadores de las fiestas patrias de 1910 no bastaba con realizar eventos pasajeros, momentáneos, por variados y espectaculares que éstos fueran. Independientemente de los esfuerzos y recursos invertidos para su ejecución y el gran número de espectadores que lograron atraer, consideraban que, con el paso del tiempo, tales acciones debían estar destinadas a pasar a la historia. Así, con el fin de trascender esta limitante, además de las obras públicas que se llevaron a cabo para la ocasión, tanto en la ciudad de México como en todos los estados de la república. decidieron que el programa debía incluir una amplia gama de actos de índole educativa y cultural con lo cual, las autoridades y los organizaciones pretendieron superar las simples manifestaciones de \"región popular\" y, de esta forma, Dotar una vida más duradera a las celebraciones del primer centenario de la Independencia.\n\n Las hubo de \"todos los colores y sabores\": exposiciones, concursos, veladas literarias, conferencias, congresos especializados en diversos problemas y campos de la cultura y de la educación, además de la inauguración de múltiples instituciones de carácter diverso. Según palabras de Genaro García (1911), estas actividades reflejaban el \"vibrante entusiasmo\" público ante las celebraciones septembrinas, por medio de las cuales diversas y prestigiosas agrupaciones dijeron a conocer el estado y avance de las labores científicas y literarias del país y señalaron los problemas más significativos vinculados con ellas. Sobresale por dar una idea hermana de la riqueza de este género de eventos, es importante señalar que entre las actividades descritas está la \"Exposición Japonesa\", la \"Exposición Española\", en una de sus constructivas, y la \"Exposición Mexicana\", en la Academia de San Carlos; la \"Exposición Geológica\", presentada en el Instituto Geológico Nacional a partir del 31 de agosto; la \"Exposición Popular de Higiene\", abierta en un amplio local de la avenida de los Hombres Ilustres, bajo los auspicios de la Secretaría de Gobernación; la \"Exposición Médica Mexicana\", en la Escuela Nacional de Medicina y la \"Exposición de Agricultura y Ganadería\", organizada por la Secretaría de Fomento y la Escuela Nacional de Agricultura y Veterinaria.\n\nLos congresos celebrados también fueron varios, el de Indianistas, en el que se emitieron \"las más levantadas y generosas en pro del mejoramiento de la raza indígena\", y el de Americanistas, efectuado del 8 al 14 de septiembre en el salón de actos de la Escuela Nacional de Ingenieros. Con motivo del mismo se llevó a cabo una \"excursión arqueológica\" a San Juan Teotihuacan, \"ansiosamente esperada\", no sólo por los miembros del congreso sino por los diplomáticos que formaban parte de las misiones residentes en México o de las especialmente acreditadas con motivo del Centenario (García, 1911: 229-230).\n\nPor su estrecha relación con la temática que nos ocupa, destacaremos en este sentido la celebración del 6 de septiembre en la Escuela Nacional de Ingenieros, por medio del cual sus integrantes se esforzaron por mostrar \"lo.descendientes de los miembros del gremio\" (García, 1911). Así, los \"representantes de la intelectualidad de la república\", como los califica García, aprovecharon la oportunidad que les brindaba el Centenario para, por primera ocasión en el histórico educativo, pasar de los discursos a la acción práctica de lo más necesario y preocupante del sistema de educación superior, como por ejemplo, las formas de evaluación, los métodos escolares, y los castigos y recompensas que todavía solían imponerse a los escolares. Si confiamos en el diagnóstico de dicho historiador, este congreso tuvo un éxito, pues \"la foosidad de los oradores no impidió la emisión serena de ideas meditadas y la sustentación de juicios maduros sobre los asuntos a debatir\", lo cual, desde su punto de vista, bastaría para reconocer el altruismo del evento (García, 1911: 226-227). Igualmente interesante para el desarrollo futuro de la educación nacional fue el Congreso Pedagógico de Instrucción Primaria, inaugurado el 13 de septiembre por el secretario del Ramo, Justo Sierra, y cuyas sesiones se realizaron en la Escuela de Artes y Oficios para Hombres. Su importancia fue indudable, pues como había sucedido en los congresos precedentes, permitió el intercambio de ideas entre educadores de las distintas entidades de la federación y dio cauce al análisis y discusión de los problemas inherentes a la profesión magisterial. El sector de los médicos no se quedó atrás, pues convocó al IV Congreso Nacional de esta disciplina, cuya apertura se realizó el 19 de septiembre, en la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Hombres, y su principal objetivo, como en los casos anteriores, fue \"poner en contacto a los hombres de la ciencia para sumar esfuerzos, transmitir experimentaciones y listar problemas siempre interesantes\" (García, 1911: 227). Aunque se abordaron diversos rubros, predominaron los vinculados con la higiene pública, temática que recibió particular atención por parte de la asamblea.\n\nComo ha podido observar, buena parte del intercambio se dio en las diversas actividades, que estuvieron directamente relacionadas con los ámbitos educativo y cultural del prolífico. Basten las siguientes palabras sobre la Exposición Popular de Higiene, organizada por la Secretaría de Gobernación, para darnos cuenta de la capacidad instructiva y educativa de muchas de las características que, en este caso, actuaron como verdaderos cursos informales de educación popular:\n\n Pudo así, una gran cantidad de gente de todas las clases sociales, sobre todo de las inferiores, examinar modelos y ejemplos, muebles y utensilios, \"maquetas\" y proyectos, y rebuscar en, de esta manera, una técnica vinculada a la enseñanza objetivo de métodos higiénicos de aplicación necesaria para todos, ejemplificada para el público, a quien herencias, hábitos y acciones del medio tienden una inculcar que es la mayor enemiga de su supervivencia y progreso; pues así como en el lugar de la ciencia que, por boca de distinguidos profesionales—médicos, ingenieros y profesores—precisó los peligros que acarrea la vida falta de higiene, hizo ver los peligros del abandono y las ventajas del aseo personal y colectivo y, en una serie de consideraciones, ideas prácticas, técnicas y procedimientos fértiles en la lucha contra la enfermedad (García, 1911: 262). Benito Juárez, la corregidora de Querétaro, doña Josefa Ortiz de Domínguez, la que para Genaro García, narrador de los festejos, representaba un \"hermoso ejemplo de resolución y patriotismo para la mujer mexicana\".\n\n Particularmente importante dentro del programa de celebraciones de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes fue el \"Juramento a la bandera\" realizado el 6 de septiembre, cuyo principal escenario, ya que tuvo diversos, fue la Plaza de la Constitución. De acuerdo con los cálculos oficiales, a la ceremonia acudieron aproximadamente 7,000 niños, provenientes de diversas escuelas (normales, primarias elementales, primarias superiores y particulares). Pero lo más significativo es que una ceremonia similar se llevó a cabo el mismo día y hora, en diferentes sitios de la ciudad, en cada una de las poblaciones importantes del Distrito Federal e, incluso, en donde los estados de la república, por lo que sólo de la capital se reconocieron aproximadamente 400 ocasionales, los que por esta razón sirvieron a falta de escuela homologada para dar el primer paso hacia la escuela nacional (García, 1911: 190).\n\n El titular de Instrucción reconoció que para la ocasión se intentó atender todas las necesidades y vicisitudes, por lo que se inauguraron diversos centros docentes, desde la Escuela Nacional Primaria Industrial para Niñas \"La Corregidora de Querétaro\", hasta las orientadas a distintas formas educativas del más alto nivel, como se verá más adelante. Con un papel fenemino en acciones, continuó, para alentar plenamente en este contexto, la inauguración fue propia del secretario del Ramo, y asistieron algunos visitantes extranjeros, como representantes de las universidades de Pensilvania, Yale y Texas. Con este motivo, el titular de dicha dependencia mostró públicamente la importancia que conocía al hecho, y por ende, el escenario ideal donde se encuentra educativo nacional.\n\n Sin embargo, fueron en duda las inauguraciones de algunas instituciones las que constituyeron la parte medular del programa de actividades de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, a cuyo cabeza se encontraba Justo Sierra Méndez,\n\n titular del Ramo y eterno luchador por mejorar la educación nacional. Es interesante observar que para la ocasión se intentó atender todas las necesidades y vicisitudes, por lo que se inauguraron diversos centros docentes, desde la Escuela Nacional Primaria Industrial para Niñas \"La Corregidora de Querétaro\", hasta las orientadas a distintas formas educativas del más alto nivel, como se verá más adelante. Con un papel femenino en acciones, continuó, para alentar plenamente en este contexto, la inauguración fue propia del secretario del Ramo, y asistieron algunos visitantes extranjeros, como representantes de las universidades de Pensilvania, Yale y Texas. Con este motivo, el titular de dicha dependencia mostró públicamente la importancia que conocía al hecho, y por ende, el escenario ideal donde se encuentra educativo nacional. el alto índice de analfabetismo que había en el país? En el mismo sentido, sólo ocho años después, en el discurso inaugural del Consejo Superior de Educación Pública (13 de septiembre de 1902), Sierra reiteraba su ilimitada fe en la educación primaria, única forma de \"hacer pasar nuestra democracia de la región de lo ideal a la realidad política\", por la cual era fundamental atender a la formación profesional y científica del magisterio, es decir, para usar sus propias palabras, convertir las normas de todo el país en verdaderos seminarios de pedagogía práctica:\n\nPudiera decirse que el periodo de las grandes reformas en la enseñanza primaria, iniciado por la discusión de la ley de instrucción obligatoria en las Cámaras, comenzó a entrar en la realidad, para el país entero, con la reunión de los congresos pedagógicos de 89 y 90, que el de ayer se libra para arriba la alta hombría inerme de derechos.\nEn los Congresos, que han dejado hoy.\nLa muela de esta propuesta escolar de la República, constituye bastidores constitutivos.\nEl libro de consulta de cuantas cuestiones pueden, de esta manera, no puede reflejar por lo entero el transfondo, abriendo procesos escolares que si, por lo tanto, la creación alfabética del pueblo, tuvo como factor principalmente la falta poco menos que absoluta de maestros. La creación o la conversión de las escuelas normales en verdaderos seminarios de pedagogía práctica data de aquí. (Sierra, 1977a: 296-298) (cursivas de la autora).\n\nAsí, pensada y programada desde tiempo atrás, seguramente como aconteció en otros casos, se consideró que la conmemoración del Centenario constituiría el marco perfecto para inaugurar la nueva sede de la Escuela Normal para Maestros. El plantel, ubicado al sur de la calzada de Tacubaya (García, 1911: 200), ocupó un predio de 22 500 metros cuadrados, lo cual era insólito para la época y su costo, sin considerar el valor del terreno, fue de un millón ciento noventa mil novecientos setenta y siete pesos, cifra igualmente sorprendente por su alto consumo. Serigrafía este fue uno de los edificios escolares más espectaculares de la época, clara expresión de la importancia que el régimen confería a la formación de los maestros de educación elemental, sobre cuales recaía la transcendental responsabilidad de educar a los ciudadanos del futuro.\n\nEl plantel contó con moderna infraestructura, acorde con los últimos adelantos que exigían esta clase de instituciones. Sean las palabras de Genaro García (1911: 200-201) las que den cuenta de ello:\n\ntodos los departamentos que la pedagogía y la higiene moderna exigen. Amplios aledores; ricos y bien dotados gabinetes y laboratorios; bibliotecas; espaciosas clases; talleres, una espléndida solución de acceso, con capacidad para nombrar, dirección y secretaría donde dependencias; habitaciones como personal en fin, el medio de bancos con vasta piscina, medicinas y admirablemente ventiladas; dormitorios; todo, en una palabra, cuanto demandan los fines que se consagran los institutos de la índole de la Escuela Normal para Maestros.\n\nEmpero, dentro del programa conmemorativo destacó de manera especial la fundación de dos instituciones de educación superior íntimamente vinculadas entre sí, la Escuela Nacional de Altos Estudios, destinada \"a impartir el conocimiento de los ramos más altos del saber humano\", y la Universidad Nacional de México, llamada, como afirmaría el mismo Justo Sierra en el discurso inaugural de este último centro de estudios, a “nacionalizar la ciencia y [a] mexicanizar el saber\". Como aconteció en el caso anterior, hacia 1910 ambas instituciones contaban con una larga trayectoria en el campo de las ideas. Por lo que toca a Altos Estudios, la propuesta inicial de Sierra se remonta al primer proyecto de Sierra para crear una universidad (1881) la cual, junto a las demás escuelas nacionales o profesionales, debería formar parte constitutiva de la futura Universidad. De acuerdo con esta iniciativa, la Escuela Normal de Altos Estudios —tal es el nombre que contense la educación — tendría por objeto formar profesores y sabios especialistas, proporcionando conocimientos científicos y literarios en un orden eminentemente práctico y superior a los que pudieran obtenerse en las escuelas profesionales. Desde luego, planeaba el autor de la propuesta, se establecer clases completas de pedagogía, y a medida que los recursos de la Universidad lo permitiesen, se abrirían tabernáculos correspondientes a todos los ramos del saber humano, de acuerdo por los estudios lógicos, sociológicos e históricos.\n\nSeguramente por las limitaciones que sufría el Estado mexicano y por la ausencia de una escuela normal en la ciudad de México, el nombre que se le dio a la institución fue el de \"Escuela Normal de Altos Estudios\".\n\nEn cambio, en el caso de la Universidad, encontramos sus orígenes, así se les puede llamar, en la década de los setenta del siglo XIX, en el contexto del movimiento estudiantil conocido como \"La Universidad Libre\".10 Sierra, entonces conocido por su incipiente labor periodística, tomó la pluma para abogar por la libertad de enseñanza, de instrucción y la profesional, una de las demandas juveniles. A su juicio, el sistema educativo debía tener como base la difusión obligatoria de la enseñanza primaria, y como conmemoración \"la elección constante de la enseñanza superior por la libertad\". Confiaba en que, desarrollando el Estado de su papel de educador mediante la abolición del internado, en poco tiempo estaría capacitado para crear un sistema de enseñanza superior digno de poder venir, pero podría, maário independientemente de la enseñanza superior mediante la creación de universidades libres subvencionadas por el Estado. Sin hablaba al azar, al parecer se había abertado lo suficiente en el tema, pues para ejemplificar las ventajas de este tipo de instituciones, remita a sus lectores a valorar la fuerza intelectual y el desarrollo material de donde, además— afirmaba cada acción educativa había raíces (Sierra, 1875). Si bien —advertía— en donde este pueblo no se alcanzaba la total libertad de enseñanza, ex, para abrir un establecimiento educativo, como la educación oficial especial, en cambio, golpeada por la libertad científica, gracias a la cual la educación estaba abierta a todos los hombres. \n\nEspiritualismo, materialismo, pansimismo, positivismo, nihilismo, todas las religiones, todas las doctrinas, todos los métodos, todas las ciencias, naturales y sobrenaturales, convergían en aquellos \"prodigiosos focos\" del intelecto (Sierra, 1875).\n\nSin que pueda reflejar este autor, a diferencia de los estudiantes rebeldes, de sus maestros aliados y de algunos escritores partidarios de la huelga, desde entonces Sierra tenía una idea bastante más clara que éstos las cualidades que deberían caracterizar a una posible universidad.11 Como las alemanas, añadida, el de México contará con catedráticos ordinarios y extraordinarios al lado de ellos, los priva-doctores, autorizados oficialmente para impartir cursos y buscar el favor del público. En cuanto a su ordenamiento interno, opinaba que tales institutos gozaban de absoluta independencia, de tal forma que, en el futuro, el Estado jamás se atrevería a tocar \"los sagrados fueros de la iglesia institucional del pensamiento que la universidad\".\n\nA partir de entonces se sucedieron uno tras otro los foros en los que el futuro secretario de Instrucción Pública expresó y repaso sus consignas. En estas participaciones poco a poco, pausada y paciente, el intelectual mexicano, apoyado en algunos de sus colaboradores más cercanos, arremetía y acoplaba su idea de universidad. Con ello, además de cubrir diversos objetivos inmediatos, intentaba acobijar y converger a las autoridades gubernamentales, a sus colegios de educación municipal y del periodismo, así como la opinión pública en general, de las bases que se establecieron en el país los resultados universitarios. En una palabra, debió enfrentar la caída de prejuicios que existían en contra de este tipo de instituciones, abiertamente reprobadas por las corrientes ideológicas entonces dominantes: liberalismo y positivismo.\n\nFinalmente, tras varias décadas de pugnar por alcanzar tales metas, se logró establecer ambas instituciones. Si bien la habilidad política de Díaz le permitió capitalizar a su favor las festividades del Centenario, Sierra no se quedó atrás, pues supo aprovechar dicha coyuntura para \"llevar agua a su molino\", y seguramente, convencer al presidente y a los miembros del gabinete más influyentes para que apoyaran su programa de actividades.\n\nLa ceremonia inaugural de Altos Estudios tuvo lugar el 18 de septiembre del centenario, en el salón de actos de la Escuela Nacional Preparatoria, en presencia de los representantes de las universidades extranjeras, especialmente invitados para la ocasión, los directivos y profesores de las escuelas nacionales, y los más destacados miembros de la elite política.\n\nEn el discurso oficial de la ceremonia, el ahora ex subsecretario de Instrucción Pública, Eduardo H. Chávez, se destacó la función de la institución. La primera de ellas era realizar las actividades de investigación científica necesarias para garantizar, a través de la creación de nuevos conocimientos, el posterior desarrollo del país; en segundo término estaba de la institución programas de especialización para los estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria y de los niveles superiores, es decir, fungía como universidad de estudios especializados, tanto en el campo de las ciencias exactas como en las sociales, con relación a las actividades de las instituciones de educación superior. especie de partaguas disciplinario que marcaba una nueva etapa en la educación superior del país pues, desde la entrada en vigencia del positivismo hasta entonces, las materias habían permanecido excluidas de los programas escolares oficiales. El segundo grupo se dedicaría al estudio de las Ciencias exactas, físicas y naturales, por lo que abarcaría estudios superiores de matemáticas, ciencias físicas, químicas y biológicas. En cuanto a la sección, de Ciencias sociales, políticas y jurídicas, únicamente se expresó que abarcaría “todas las que tienen por objeto fenómenos sociales” (Ley constitutiva..., 1910:9-10). Por sus características y ambiciosas metas, que pese a los avances educativos y culturales realizados durante las últimas décadas del siglo rebasaban las capacidades de sus fundadores, así como por los sucesos que siguieron a las festividades patrias, la Escuela Nacional de Altos Estudios fue más un proyecto ideal que una realidad. Al tiempo de su fundación, se planteó de la manera que hoy llamamos “un organismo de enseñanza”, cuyas acciones de trabajo podrían relacionarse en diversas partes del país, ya no fueron de, en relación con la mayor eficacia de los elementos que sea posible allegar, para determinar el buen éxito de la instrucción que se impartiera o los estudios que se emprendan” (ibid: 10-11). Es decir, para el inicio de actividades se echó mano de los institutos y centros científicos ya existentes, como el Geológico, el Médico, el Patológico, el Bacteriológico, la Comisión Geográfica Exploradora, el Museo Nacional de Historia Natural, las estaciones agrícolas experimentales, a más de los laboratorios y dependencias que posteriormente se establecerían en el Distrito Federal u otras partes del territorio. Todos ellos, afirmaba Chávez reconociendo esfuerzos pasados, habían rendido excelentes frutos en el campo de la investigación científica, pero habían nacido y trabajado de manera incoherente, desligada, incoherente. Vinculadores y coordinadores de manera armónica eran precisamente uno de los objetos de Altos Estudios.\n\nSeguramente junto Justo Sierra como Ezequiel A. Chávez, su lagunera mente en materia educativa; y uno de los más entusiastas defensores del proyecto universitario, conforme alismado en la capacidad futura de esta escuela. Solo a manera de ejemplo, bastaría recordar que el ministro esperaba poder convocar a los “principios de la ciencia y las letras humanas”, para ofrecer a los estudiantes mexicanos del más alto nivel la posibilidad de descubrir y aprender de “las voces mejor prestigiadas en el mundo sabio, las que en medio de las altas, las que van más allá” (Sierra, 1910: 127-128). Desafortunadamente esos inicios referidos a la inauguración de la Escuela Altos Estudios y de la Universidad impresión que este y otros proyectos igualmente ambiciosos pudieran llevarse a cabo, por lo que, a corto plazo, no pasaron del plano de las buenas intenciones. La Universidad Nacional, en cambio, sería un organismo moderno y lofty, aunque debería preparar a la elite profesional del futuro, sus beneficios deberían alcanzar a toda la población, a manera de buena fuente, aguas que fluyen y “bajan a regar las plantas germinadas en el entorno nacional”. No sin razón, el secretario de Instrucción Pública le precisó importante abordar un punto que había sido motivo de largas discusiones en el seno del Consejo Superior de Educación y continuara motivando acaloradas debates en el futuro inmediato, en tema de la gratuidad de la enseñanza superior, la cual, según Sierra: “El Estado expensa y sostiene con cuantos elementos puede, no porque crea en la misión de proporcionar carreras gratuitas a individuos que han podido alcanzar ejercer carrera de signo, sino porque lo necesita, porque su vida, su honra, su movilidad social y el ocio de la sociedad no permiten que se sigan estos empeños absurdos”. Por lo que el establecimiento de la Universidad Nacional sería tardía, pues su propuesta debía tener inicios, su representación incluso en el mundo de la enseñanza se había visto mermada. al término de esta pieza oratoria, el representante del poder Ejecutivo declaró solemnemente inaugurada la Universidad y el subsecretario de Instrucción Pública procedió a dar lectura a la doble lista de doctores universitarios —ex artículo honoris causa— conferidos para la ocasión. El primer grupo estuvo conformado por los directores de las escuelas universitarias, independientemente de ser a no profesoras externos, así como de los docentes que tuvieran “varios años de buenos servicios”, de acuerdo con lo estipulado en el 2º artículo transitorio de la Ley Constitucional de la Universidad Nacional de México, el doctor Joaquín Eguía Lis,2 con lo que finalmente terminó la ceremonia inaugural de\n\nservicios eminentes a la ciencia, a la humanidad o a la patria, sobre todo en la enseñanza o en el prolongado y honorable ejercicio de una profesión” (Ley constitutiva..., 1910: 41-42; véase también García, 1911: 204-205). Pero la ceremonia no finalizó con estos sucesos, sino que continuó con una llamativa procesión del antefiltro de la Escuela Nacional Preparatoria hasta el edificio sede de la Universidad, la cual encabezaron los doctores de reciénmente nombrados. Al fin de la comitiva del general Díaz acompañado de los miembros de su gabinete, con lo que además de la cortesía obligada en esta clase de actos, expresaron el reconocimiento tácito del poder ante los emblemas del conocimiento. Sin duda, el espectáculo debió sorprender a la muchedumbre de curiosos que observara la extraordinaria vestimenta de los doctores universitaries y su lento paso por las calles más céntricas de la ciudad. Al llegar al edificio en el que estaría, al lado social que ya se había presentado como el nuevo ente universitario se añadía, desde los inicios la institución adoleció de serias deficiencias, algunas de las cuales fueron reconocidas por el propio ministro de Instrucción, quien al presentar su proyecto universitario ante el seno del Consejo Superior de Educación, advirtió a sus interlocutores que, por el momento, únicamente se concentraba a enunciar la forma legal que asumiría la Universidad, pues la sustancia de la misma radicaba en las escuelas que la conformaron. A continuación, habrá notado una de las limitaciones más significativas que a su juicio tenía el proyecto, estos, el carácter transitorio de su estructura inicial, susceptible de ser modificado con posterioridad, en un sentido más liberal de acuerdo con condiciones más adecuadas para las exigencias del progreso nacional. Por lo pronto, afirmaba que era necesario asumir esta \"forma de transición entre una corporación gobernable exclusivamente por el poder público y otra que disfrutara de mayor autonomía\". El segundo punto de su discurso lo dedicó a justificar los niveles educativos que debieran quedar fuera del ámbito universitario: la educación elemental y la especial. Sus razones, plantea a continuación mayor amplitud en otras ocasiones, eran las siguientes: \"El Gobierno no ha creído prudente, desprenderse de estos elementos; te será de tal modo que el servicio público de primera importancia que debe generalizarse en sus efectos y que involucra al Estado tiene que serles asignado a las actividades de la enseñanza elemental\" (Acta taquigráfica..., 1910, folios 1-4). El último tema aludido por el ministro era modular; este tenía que hacer hincapié en las diferencias entre la antigua universidad colonial y la Universidad Nacional que se fundaría al compás de las fiestas del Centenario, aspecto que ya había tratado en ocasiones anteriores y al que, unos meses después, dedicaría varios párrafos en el discurso inaugural de dicha institución, el 22 de septiembre del año 1910. Pero antes sus pares del Consejo, Sierra fue fuertemente más comprometido al afirmar que dicha corporación tuvo como base principios rígidos que habían impedido la libertad de pensamiento y, en consecuencia, el progreso de la ciencia. En sus audas dominado el espíritu tecnológico, razón por la cual, el sector político más progresista tomó las riendas del problema que, desde su origen encontró para \"acabar con los restros de esa fortaleza oscurantista\". A diferencia de aquella, el universidad que entonces se intentaba \"reconstruir\" sería un horizonte de alta cultura científica, acorde con los progresos de la modernidad, la cual, además, tendría la misión de difundir el saber entre aquellos encargados de transmitir, los masters. Así, como aconteció en otras facetas de la vida nacional, por lo que toca al ámbito educativo, las feliciades contrarrestas presenten al final una etapa de crisis. Es claro que el programa de la institución nada iba a la luz pública en este instante. Referencia \"Acta de instalación de la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia\" (1910), en Memoria de los trabajos emprendidos y llevados a cabo por la Comisión N. del Centenario de la Independencia designada por el presidente de la República el 1° de abril de 1907, para con el surgido ante la dirección general de la solemnidad y festejos que se organizaron en el mes de septiembre de 1910 conmemoración del primer centenario de la proclamación de la independencia de México, México, Imprenta del Gobierno Federal, p. 2. \"Acta taquigráfica de la sesión del Consejo Superior de Educación Pública, celebrada el 17 de enero de 1910. Presidencia del Sr. D. Justo Sierra, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes\" (1910), México, Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (AHUAN-UNAM, Consejo Superior de Educación, c.8, exp. 59, f.3. Alvarado, Ma. de Lourdes (1999), \"La Universidad Libre: primer movimiento estudiantil de México independiente (1875)\", en Renata Marsiske (coord.), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, vol. I, México, CESU-UNAM. Alvarado, Ma. de Lourdes (1994), \"Las fracturas del sistema\", en Ma. de Lourdes Alvarado (coord.), Trayectoria y reforma en la Universidad de México, México, CESU-UNAM, Miguel Ángel Porfirio, pp. 161-202. García, Genaro (1911), Crónica oficial de las fiestas del primer centenario de la Independencia de México publicadas bajo la dirección de Genaro García acordado de la Secretaría de Gobernación, México, Talleres del Museo Nacional. Gueda, Virginia (2010), \"Los Centenarios de la Independencia: 1910 y 1921\", México, Fondo de Cultura Económica/UNAM, pp. 21-31. \"La Comisión Nacional del Centenario al Pueblo de México\" (1907), en Revista Positiva, México, vol. VII, p. 516. \"Ley constitutiva de la Escuela Nacional de Altos Estudios\" (1990), en Alfonso Pruneda (coord.), La Universidad Nacional de México 1910, México, Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes [2° edición facsimilar, México, UNAM, Dirección General de Publicaciones, 1992]. Marsiske, Renate (coord.) (1999), Movimientos estudiantiles en la América Latina, vol. I, México, CESU-UNAM, 899. Ruiz Castañeda, María del Carmen (1979), \"La Universidad Libre (1875), antecedente de la Universidad Autónoma, México, UNAM (Destinito, 110). Sierra, Justo (1910), \"Discurso pronunciado por el señor licenciado don Justo Sierra, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la inauguración de la Universidad Nacional\", en Alfonso Pruneda, La Universidad Nacional de México 1910, México, Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes [2° edición facsimilar, México, UNAM, Dirección General de Publicaciones, 1992]. Sierra, Justo (1875), \"Libertad de instrucción\", en El Federalista, México, 30 de abril, p. 11. Velázquez Albo, María de Lourdes (2007), La participación estudiantil ante el Congreso de 1910. Documentos históricos, México, ISUE-UNAM. Velázquez Albo, María de Lourdes (2000), Los congresos nacionales universitarios y los gobiernos de la revolución 1910-1933, México, CESU-UNAM.
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'Nacionalizar la ciencia y mexicanizar el saber', la fundación de la Universidad Nacional de México en el marco del Centenario\nMa. de Lourdes Alvarado\n\nResumen\nEn México, 2010 fue año de festejos: el bicentenario de la Independencia, el centenario de la Revolución, pero también el centenario de la fundación de la Universidad Nacional de México. En este artículo se analiza la génesis de importantes instituciones educativas fundadas alrededor de 1910, punto cuya idea germinal ya había recorrido un largo camino: había sido lentamente formulada y madurada por Justo Sierra, quien posteriormente la transmitió a sus más cercanos colaboradores, entre ellos Ezequiel A. Chávez y Porfirio Parra. Convencer a la clase política de la pertenencia tanto de una universidad como una Escuela de Altos Estudios fue, sin duda, un gran triunfo de Sierra. Estas instituciones propiciaron el desarrollo posterior que experimentó la educación media y superior en el país. Sin carácter nacional, gratuito y laico; su apertura explicita a todas las corrientes ideológicas como a todas las disciplinas científicas y humanísticas, así como su interés por desarrollar la investigación y la especialización eran conquistas imaginables tiempo atrás.\n\nPalabras clave: historia de la educación, historia de la universidad, México.\n\nMa. de Lourdes Alvarado\nmdalame@servidor.unam.mx\nDoctora en Historia. Investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), Universidad Nacional Autónoma de México. Temas de investigación: historia de la educación, educación y género.\n\n1 Una versión más amplia de este trabajo fue presentada en el coloquio \"1910. México entre Dos Épocas\", organizado por el Instituto de Estudios de América Latina, Universidad Sorbona, del 20 al 22 de octubre de 2010. 'Nacionalizar a ciência e mexicanizar o saber', a fundação da Universidade Nacional do México no marco do Centenário\n\nResumo\nEm México, 2010 foi ano de comemorações: o bicentenário da Independência e o centenário da Revolução, mas também o centenário da fundação da Universidade Nacional do México. Neste artigo se analisa a gênese de importantes instituições educativas fundadas ao redor de 1910, mas que tinham um longo caminho: tinha sido lentamente formulada e amadurecida por Justo Sierra, que posteriormente a transmitiu a seus mais próximos colaboradores, entre eles Ezequiel A. Chávez e Porfirio Parra. Convencer a classe política da pertença tanto de uma Universidade como uma Escola de Altos Estudos foi, sem dúvida, um grande triunfo de Sierra. Estas instituições proporcionaram o desenvolvimento posterior que experimentou a educação média e superior no país. Sua característica nacional, gratuita e laica; sua abertura explícita a todas as correntes ideológicas e a todas as disciplinas científicas e humanísticas; assim como seu interesse pelo desenvolvimento da pesquisa e especialização foram conquistas inimagináveis nos primeiros anos.\n\nPalavras chave: história da educação, história da universidade, México.\n\n'Nacionalization of science and Mexicanization of knowledge', the foundation of the National University of Mexico in 100th Anniversary Celebration\n\nAbstract\nIn 2010 Mexico celebrated the bicentennial of the Independence, the centennial of the Revolution and the 100th anniversary of the foundation of the National University of Mexico. This article analyzes the genesis of important educational institutions founded around 1910, which had come a long way already: formulated and initiated by Justo Sierra, who then transferred it to his close collaborators Ezequiel Chavez and Porfirio Parra. Convincing political actors of the need for a university and a School of Higher Studies was, unquestionably, a great victory of Sierra’s. These institutions later led to the development of secondary and tertiary education in Mexico’s national, free, and laic nature; its explicit openness to ideologies as well as scientific and humanistic disciplines; and its primary interest on the development of research and specialization were unimaginable achievements in the early years.\n\nKey words: history of education, history of the university, Mexico. Es común ahora, cuando se rememoran las festividades del Centenario de la Independencia de México, recordar la gran cantidad de obras públicas y ceremonias de diverso tipo que tuvieron lugar en septiembre de 1910; sin embargo, pese a su importancia, pocas veces se reflexiona en la importante agenda educativa y cultural que entonces se llevó a cabo, la cual, en gran medida, estuvo bajo la coordinación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, a su vez encabezado por un destacado político y hombre de letras: Justo Sierra Méndez. El presente trabajo pretende llenar ese vacío y centrar su atención en esta fecha, puesto evidente, de las conmemoraciones patrias de aquella fecha, entre las que por supuesto destaca la inauguración de algunas instituciones fundamentales para el futuro inmediato y más del país y cuya creación comenzó a formar parte de un programa educativo largo, acariciado por su principal impulsor. Dentro del conjunto destacan las fundaciones de la Escuela Nacional de Maestros, de Altos Estudios y, la Universidad Nacional de México. Analizar sus antecedentes, conocer las características que caracterizaron sus orígenes, así como sus aciertos y limitaciones iniciales, es el objetivo de este artículo.\n\nI. “Esplendores reales y solemnidades circunspectas”\nQuienes nos hemos acercado al tema del primer centenario de la Independencia de México hemos observado que muchos de los monumentos y edificios que hoy en día embellecen la ciudad de México y buena parte de las capitales y cabeceras municipales de los estados proceden de la entonces llamada \"fiesta de la gran familia mexicana\". Y en efecto, el programa conmemorativo fue particularmente ambicioso, tanto por su dimensión como por la importancia y trascendencia de muchas de las obras públicas y actividades que se llevaron a cabo. Y es que en respuesta al particular interés del régimen en la conmemoración que se aproximaba, con la débil anticipación que requería el caso, desde 1907 se conformó la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia, cuyo objetivo y función fue la de organizar y dirigir los trabajos preparatorios de la “solemnidad y fiestas” con las que debía celebrarse un \"fausto aniversario\" (La Comisión..., 1907: 516, “Acta de instalación...”, 1910: 2).\n\nVisto a distancia, no queda más que aceptar que este grupo, conformado por \"ciudadanos de buena voluntad y amantes de su patria\", creó posteriormente la convocatoria \"Al Pueblo de México\", cumpliendo con la satisfacción del contenido que se le encomendó y que tanto interesaba y preocupaba al gobierno de la dictadura. De acuerdo con las instrucciones del propio presidente Díaz, no debían escatimarse esfuerzos ni recursos para que las actividades conmemorativas tuvieran \"la grandeza y esplendor que representen a nuestra tan anhelada conmemoración nacional\", y en efecto, como dice Genaro García, crónico del acto de cernimiento, durante el mes de septiembre de 1910 la ciudad de México fue el escenario protagónico, mapa no único, de \"esplendores reales y solemnidades circunspectas\" (García, 1911). \n\nII. El programa educativo\nPara los organizadores de las fiestas patrias de 1910 no bastaba con realizar eventos pasajeros, momentáneos, por variados y espectaculares que éstos fueran. Independientemente de los esfuerzos y recursos invertidos para su ejecución y el gran número de espectadores que lograron atraer, consideraban que, con el paso del tiempo, tales acciones debían estar destinadas a pasar a la historia. Así, con el fin de trascender esta limitante, además de las obras públicas que se llevaron a cabo para la ocasión, tanto en la ciudad de México como en todos los estados de la república. decidieron que el programa debía incluir una amplia gama de actos de índole educativa y cultural con lo cual, las autoridades y los organizaciones pretendieron superar las simples manifestaciones de \"región popular\" y, de esta forma, Dotar una vida más duradera a las celebraciones del primer centenario de la Independencia.\n\n Las hubo de \"todos los colores y sabores\": exposiciones, concursos, veladas literarias, conferencias, congresos especializados en diversos problemas y campos de la cultura y de la educación, además de la inauguración de múltiples instituciones de carácter diverso. Según palabras de Genaro García (1911), estas actividades reflejaban el \"vibrante entusiasmo\" público ante las celebraciones septembrinas, por medio de las cuales diversas y prestigiosas agrupaciones dijeron a conocer el estado y avance de las labores científicas y literarias del país y señalaron los problemas más significativos vinculados con ellas. Sobresale por dar una idea hermana de la riqueza de este género de eventos, es importante señalar que entre las actividades descritas está la \"Exposición Japonesa\", la \"Exposición Española\", en una de sus constructivas, y la \"Exposición Mexicana\", en la Academia de San Carlos; la \"Exposición Geológica\", presentada en el Instituto Geológico Nacional a partir del 31 de agosto; la \"Exposición Popular de Higiene\", abierta en un amplio local de la avenida de los Hombres Ilustres, bajo los auspicios de la Secretaría de Gobernación; la \"Exposición Médica Mexicana\", en la Escuela Nacional de Medicina y la \"Exposición de Agricultura y Ganadería\", organizada por la Secretaría de Fomento y la Escuela Nacional de Agricultura y Veterinaria.\n\nLos congresos celebrados también fueron varios, el de Indianistas, en el que se emitieron \"las más levantadas y generosas en pro del mejoramiento de la raza indígena\", y el de Americanistas, efectuado del 8 al 14 de septiembre en el salón de actos de la Escuela Nacional de Ingenieros. Con motivo del mismo se llevó a cabo una \"excursión arqueológica\" a San Juan Teotihuacan, \"ansiosamente esperada\", no sólo por los miembros del congreso sino por los diplomáticos que formaban parte de las misiones residentes en México o de las especialmente acreditadas con motivo del Centenario (García, 1911: 229-230).\n\nPor su estrecha relación con la temática que nos ocupa, destacaremos en este sentido la celebración del 6 de septiembre en la Escuela Nacional de Ingenieros, por medio del cual sus integrantes se esforzaron por mostrar \"lo.descendientes de los miembros del gremio\" (García, 1911). Así, los \"representantes de la intelectualidad de la república\", como los califica García, aprovecharon la oportunidad que les brindaba el Centenario para, por primera ocasión en el histórico educativo, pasar de los discursos a la acción práctica de lo más necesario y preocupante del sistema de educación superior, como por ejemplo, las formas de evaluación, los métodos escolares, y los castigos y recompensas que todavía solían imponerse a los escolares. Si confiamos en el diagnóstico de dicho historiador, este congreso tuvo un éxito, pues \"la foosidad de los oradores no impidió la emisión serena de ideas meditadas y la sustentación de juicios maduros sobre los asuntos a debatir\", lo cual, desde su punto de vista, bastaría para reconocer el altruismo del evento (García, 1911: 226-227). Igualmente interesante para el desarrollo futuro de la educación nacional fue el Congreso Pedagógico de Instrucción Primaria, inaugurado el 13 de septiembre por el secretario del Ramo, Justo Sierra, y cuyas sesiones se realizaron en la Escuela de Artes y Oficios para Hombres. Su importancia fue indudable, pues como había sucedido en los congresos precedentes, permitió el intercambio de ideas entre educadores de las distintas entidades de la federación y dio cauce al análisis y discusión de los problemas inherentes a la profesión magisterial. El sector de los médicos no se quedó atrás, pues convocó al IV Congreso Nacional de esta disciplina, cuya apertura se realizó el 19 de septiembre, en la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Hombres, y su principal objetivo, como en los casos anteriores, fue \"poner en contacto a los hombres de la ciencia para sumar esfuerzos, transmitir experimentaciones y listar problemas siempre interesantes\" (García, 1911: 227). Aunque se abordaron diversos rubros, predominaron los vinculados con la higiene pública, temática que recibió particular atención por parte de la asamblea.\n\nComo ha podido observar, buena parte del intercambio se dio en las diversas actividades, que estuvieron directamente relacionadas con los ámbitos educativo y cultural del prolífico. Basten las siguientes palabras sobre la Exposición Popular de Higiene, organizada por la Secretaría de Gobernación, para darnos cuenta de la capacidad instructiva y educativa de muchas de las características que, en este caso, actuaron como verdaderos cursos informales de educación popular:\n\n Pudo así, una gran cantidad de gente de todas las clases sociales, sobre todo de las inferiores, examinar modelos y ejemplos, muebles y utensilios, \"maquetas\" y proyectos, y rebuscar en, de esta manera, una técnica vinculada a la enseñanza objetivo de métodos higiénicos de aplicación necesaria para todos, ejemplificada para el público, a quien herencias, hábitos y acciones del medio tienden una inculcar que es la mayor enemiga de su supervivencia y progreso; pues así como en el lugar de la ciencia que, por boca de distinguidos profesionales—médicos, ingenieros y profesores—precisó los peligros que acarrea la vida falta de higiene, hizo ver los peligros del abandono y las ventajas del aseo personal y colectivo y, en una serie de consideraciones, ideas prácticas, técnicas y procedimientos fértiles en la lucha contra la enfermedad (García, 1911: 262). Benito Juárez, la corregidora de Querétaro, doña Josefa Ortiz de Domínguez, la que para Genaro García, narrador de los festejos, representaba un \"hermoso ejemplo de resolución y patriotismo para la mujer mexicana\".\n\n Particularmente importante dentro del programa de celebraciones de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes fue el \"Juramento a la bandera\" realizado el 6 de septiembre, cuyo principal escenario, ya que tuvo diversos, fue la Plaza de la Constitución. De acuerdo con los cálculos oficiales, a la ceremonia acudieron aproximadamente 7,000 niños, provenientes de diversas escuelas (normales, primarias elementales, primarias superiores y particulares). Pero lo más significativo es que una ceremonia similar se llevó a cabo el mismo día y hora, en diferentes sitios de la ciudad, en cada una de las poblaciones importantes del Distrito Federal e, incluso, en donde los estados de la república, por lo que sólo de la capital se reconocieron aproximadamente 400 ocasionales, los que por esta razón sirvieron a falta de escuela homologada para dar el primer paso hacia la escuela nacional (García, 1911: 190).\n\n El titular de Instrucción reconoció que para la ocasión se intentó atender todas las necesidades y vicisitudes, por lo que se inauguraron diversos centros docentes, desde la Escuela Nacional Primaria Industrial para Niñas \"La Corregidora de Querétaro\", hasta las orientadas a distintas formas educativas del más alto nivel, como se verá más adelante. Con un papel fenemino en acciones, continuó, para alentar plenamente en este contexto, la inauguración fue propia del secretario del Ramo, y asistieron algunos visitantes extranjeros, como representantes de las universidades de Pensilvania, Yale y Texas. Con este motivo, el titular de dicha dependencia mostró públicamente la importancia que conocía al hecho, y por ende, el escenario ideal donde se encuentra educativo nacional.\n\n Sin embargo, fueron en duda las inauguraciones de algunas instituciones las que constituyeron la parte medular del programa de actividades de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, a cuyo cabeza se encontraba Justo Sierra Méndez,\n\n titular del Ramo y eterno luchador por mejorar la educación nacional. Es interesante observar que para la ocasión se intentó atender todas las necesidades y vicisitudes, por lo que se inauguraron diversos centros docentes, desde la Escuela Nacional Primaria Industrial para Niñas \"La Corregidora de Querétaro\", hasta las orientadas a distintas formas educativas del más alto nivel, como se verá más adelante. Con un papel femenino en acciones, continuó, para alentar plenamente en este contexto, la inauguración fue propia del secretario del Ramo, y asistieron algunos visitantes extranjeros, como representantes de las universidades de Pensilvania, Yale y Texas. Con este motivo, el titular de dicha dependencia mostró públicamente la importancia que conocía al hecho, y por ende, el escenario ideal donde se encuentra educativo nacional. el alto índice de analfabetismo que había en el país? En el mismo sentido, sólo ocho años después, en el discurso inaugural del Consejo Superior de Educación Pública (13 de septiembre de 1902), Sierra reiteraba su ilimitada fe en la educación primaria, única forma de \"hacer pasar nuestra democracia de la región de lo ideal a la realidad política\", por la cual era fundamental atender a la formación profesional y científica del magisterio, es decir, para usar sus propias palabras, convertir las normas de todo el país en verdaderos seminarios de pedagogía práctica:\n\nPudiera decirse que el periodo de las grandes reformas en la enseñanza primaria, iniciado por la discusión de la ley de instrucción obligatoria en las Cámaras, comenzó a entrar en la realidad, para el país entero, con la reunión de los congresos pedagógicos de 89 y 90, que el de ayer se libra para arriba la alta hombría inerme de derechos.\nEn los Congresos, que han dejado hoy.\nLa muela de esta propuesta escolar de la República, constituye bastidores constitutivos.\nEl libro de consulta de cuantas cuestiones pueden, de esta manera, no puede reflejar por lo entero el transfondo, abriendo procesos escolares que si, por lo tanto, la creación alfabética del pueblo, tuvo como factor principalmente la falta poco menos que absoluta de maestros. La creación o la conversión de las escuelas normales en verdaderos seminarios de pedagogía práctica data de aquí. (Sierra, 1977a: 296-298) (cursivas de la autora).\n\nAsí, pensada y programada desde tiempo atrás, seguramente como aconteció en otros casos, se consideró que la conmemoración del Centenario constituiría el marco perfecto para inaugurar la nueva sede de la Escuela Normal para Maestros. El plantel, ubicado al sur de la calzada de Tacubaya (García, 1911: 200), ocupó un predio de 22 500 metros cuadrados, lo cual era insólito para la época y su costo, sin considerar el valor del terreno, fue de un millón ciento noventa mil novecientos setenta y siete pesos, cifra igualmente sorprendente por su alto consumo. Serigrafía este fue uno de los edificios escolares más espectaculares de la época, clara expresión de la importancia que el régimen confería a la formación de los maestros de educación elemental, sobre cuales recaía la transcendental responsabilidad de educar a los ciudadanos del futuro.\n\nEl plantel contó con moderna infraestructura, acorde con los últimos adelantos que exigían esta clase de instituciones. Sean las palabras de Genaro García (1911: 200-201) las que den cuenta de ello:\n\ntodos los departamentos que la pedagogía y la higiene moderna exigen. Amplios aledores; ricos y bien dotados gabinetes y laboratorios; bibliotecas; espaciosas clases; talleres, una espléndida solución de acceso, con capacidad para nombrar, dirección y secretaría donde dependencias; habitaciones como personal en fin, el medio de bancos con vasta piscina, medicinas y admirablemente ventiladas; dormitorios; todo, en una palabra, cuanto demandan los fines que se consagran los institutos de la índole de la Escuela Normal para Maestros.\n\nEmpero, dentro del programa conmemorativo destacó de manera especial la fundación de dos instituciones de educación superior íntimamente vinculadas entre sí, la Escuela Nacional de Altos Estudios, destinada \"a impartir el conocimiento de los ramos más altos del saber humano\", y la Universidad Nacional de México, llamada, como afirmaría el mismo Justo Sierra en el discurso inaugural de este último centro de estudios, a “nacionalizar la ciencia y [a] mexicanizar el saber\". Como aconteció en el caso anterior, hacia 1910 ambas instituciones contaban con una larga trayectoria en el campo de las ideas. Por lo que toca a Altos Estudios, la propuesta inicial de Sierra se remonta al primer proyecto de Sierra para crear una universidad (1881) la cual, junto a las demás escuelas nacionales o profesionales, debería formar parte constitutiva de la futura Universidad. De acuerdo con esta iniciativa, la Escuela Normal de Altos Estudios —tal es el nombre que contense la educación — tendría por objeto formar profesores y sabios especialistas, proporcionando conocimientos científicos y literarios en un orden eminentemente práctico y superior a los que pudieran obtenerse en las escuelas profesionales. Desde luego, planeaba el autor de la propuesta, se establecer clases completas de pedagogía, y a medida que los recursos de la Universidad lo permitiesen, se abrirían tabernáculos correspondientes a todos los ramos del saber humano, de acuerdo por los estudios lógicos, sociológicos e históricos.\n\nSeguramente por las limitaciones que sufría el Estado mexicano y por la ausencia de una escuela normal en la ciudad de México, el nombre que se le dio a la institución fue el de \"Escuela Normal de Altos Estudios\".\n\nEn cambio, en el caso de la Universidad, encontramos sus orígenes, así se les puede llamar, en la década de los setenta del siglo XIX, en el contexto del movimiento estudiantil conocido como \"La Universidad Libre\".10 Sierra, entonces conocido por su incipiente labor periodística, tomó la pluma para abogar por la libertad de enseñanza, de instrucción y la profesional, una de las demandas juveniles. A su juicio, el sistema educativo debía tener como base la difusión obligatoria de la enseñanza primaria, y como conmemoración \"la elección constante de la enseñanza superior por la libertad\". Confiaba en que, desarrollando el Estado de su papel de educador mediante la abolición del internado, en poco tiempo estaría capacitado para crear un sistema de enseñanza superior digno de poder venir, pero podría, maário independientemente de la enseñanza superior mediante la creación de universidades libres subvencionadas por el Estado. Sin hablaba al azar, al parecer se había abertado lo suficiente en el tema, pues para ejemplificar las ventajas de este tipo de instituciones, remita a sus lectores a valorar la fuerza intelectual y el desarrollo material de donde, además— afirmaba cada acción educativa había raíces (Sierra, 1875). Si bien —advertía— en donde este pueblo no se alcanzaba la total libertad de enseñanza, ex, para abrir un establecimiento educativo, como la educación oficial especial, en cambio, golpeada por la libertad científica, gracias a la cual la educación estaba abierta a todos los hombres. \n\nEspiritualismo, materialismo, pansimismo, positivismo, nihilismo, todas las religiones, todas las doctrinas, todos los métodos, todas las ciencias, naturales y sobrenaturales, convergían en aquellos \"prodigiosos focos\" del intelecto (Sierra, 1875).\n\nSin que pueda reflejar este autor, a diferencia de los estudiantes rebeldes, de sus maestros aliados y de algunos escritores partidarios de la huelga, desde entonces Sierra tenía una idea bastante más clara que éstos las cualidades que deberían caracterizar a una posible universidad.11 Como las alemanas, añadida, el de México contará con catedráticos ordinarios y extraordinarios al lado de ellos, los priva-doctores, autorizados oficialmente para impartir cursos y buscar el favor del público. En cuanto a su ordenamiento interno, opinaba que tales institutos gozaban de absoluta independencia, de tal forma que, en el futuro, el Estado jamás se atrevería a tocar \"los sagrados fueros de la iglesia institucional del pensamiento que la universidad\".\n\nA partir de entonces se sucedieron uno tras otro los foros en los que el futuro secretario de Instrucción Pública expresó y repaso sus consignas. En estas participaciones poco a poco, pausada y paciente, el intelectual mexicano, apoyado en algunos de sus colaboradores más cercanos, arremetía y acoplaba su idea de universidad. Con ello, además de cubrir diversos objetivos inmediatos, intentaba acobijar y converger a las autoridades gubernamentales, a sus colegios de educación municipal y del periodismo, así como la opinión pública en general, de las bases que se establecieron en el país los resultados universitarios. En una palabra, debió enfrentar la caída de prejuicios que existían en contra de este tipo de instituciones, abiertamente reprobadas por las corrientes ideológicas entonces dominantes: liberalismo y positivismo.\n\nFinalmente, tras varias décadas de pugnar por alcanzar tales metas, se logró establecer ambas instituciones. Si bien la habilidad política de Díaz le permitió capitalizar a su favor las festividades del Centenario, Sierra no se quedó atrás, pues supo aprovechar dicha coyuntura para \"llevar agua a su molino\", y seguramente, convencer al presidente y a los miembros del gabinete más influyentes para que apoyaran su programa de actividades.\n\nLa ceremonia inaugural de Altos Estudios tuvo lugar el 18 de septiembre del centenario, en el salón de actos de la Escuela Nacional Preparatoria, en presencia de los representantes de las universidades extranjeras, especialmente invitados para la ocasión, los directivos y profesores de las escuelas nacionales, y los más destacados miembros de la elite política.\n\nEn el discurso oficial de la ceremonia, el ahora ex subsecretario de Instrucción Pública, Eduardo H. Chávez, se destacó la función de la institución. La primera de ellas era realizar las actividades de investigación científica necesarias para garantizar, a través de la creación de nuevos conocimientos, el posterior desarrollo del país; en segundo término estaba de la institución programas de especialización para los estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria y de los niveles superiores, es decir, fungía como universidad de estudios especializados, tanto en el campo de las ciencias exactas como en las sociales, con relación a las actividades de las instituciones de educación superior. especie de partaguas disciplinario que marcaba una nueva etapa en la educación superior del país pues, desde la entrada en vigencia del positivismo hasta entonces, las materias habían permanecido excluidas de los programas escolares oficiales. El segundo grupo se dedicaría al estudio de las Ciencias exactas, físicas y naturales, por lo que abarcaría estudios superiores de matemáticas, ciencias físicas, químicas y biológicas. En cuanto a la sección, de Ciencias sociales, políticas y jurídicas, únicamente se expresó que abarcaría “todas las que tienen por objeto fenómenos sociales” (Ley constitutiva..., 1910:9-10). Por sus características y ambiciosas metas, que pese a los avances educativos y culturales realizados durante las últimas décadas del siglo rebasaban las capacidades de sus fundadores, así como por los sucesos que siguieron a las festividades patrias, la Escuela Nacional de Altos Estudios fue más un proyecto ideal que una realidad. Al tiempo de su fundación, se planteó de la manera que hoy llamamos “un organismo de enseñanza”, cuyas acciones de trabajo podrían relacionarse en diversas partes del país, ya no fueron de, en relación con la mayor eficacia de los elementos que sea posible allegar, para determinar el buen éxito de la instrucción que se impartiera o los estudios que se emprendan” (ibid: 10-11). Es decir, para el inicio de actividades se echó mano de los institutos y centros científicos ya existentes, como el Geológico, el Médico, el Patológico, el Bacteriológico, la Comisión Geográfica Exploradora, el Museo Nacional de Historia Natural, las estaciones agrícolas experimentales, a más de los laboratorios y dependencias que posteriormente se establecerían en el Distrito Federal u otras partes del territorio. Todos ellos, afirmaba Chávez reconociendo esfuerzos pasados, habían rendido excelentes frutos en el campo de la investigación científica, pero habían nacido y trabajado de manera incoherente, desligada, incoherente. Vinculadores y coordinadores de manera armónica eran precisamente uno de los objetos de Altos Estudios.\n\nSeguramente junto Justo Sierra como Ezequiel A. Chávez, su lagunera mente en materia educativa; y uno de los más entusiastas defensores del proyecto universitario, conforme alismado en la capacidad futura de esta escuela. Solo a manera de ejemplo, bastaría recordar que el ministro esperaba poder convocar a los “principios de la ciencia y las letras humanas”, para ofrecer a los estudiantes mexicanos del más alto nivel la posibilidad de descubrir y aprender de “las voces mejor prestigiadas en el mundo sabio, las que en medio de las altas, las que van más allá” (Sierra, 1910: 127-128). Desafortunadamente esos inicios referidos a la inauguración de la Escuela Altos Estudios y de la Universidad impresión que este y otros proyectos igualmente ambiciosos pudieran llevarse a cabo, por lo que, a corto plazo, no pasaron del plano de las buenas intenciones. La Universidad Nacional, en cambio, sería un organismo moderno y lofty, aunque debería preparar a la elite profesional del futuro, sus beneficios deberían alcanzar a toda la población, a manera de buena fuente, aguas que fluyen y “bajan a regar las plantas germinadas en el entorno nacional”. No sin razón, el secretario de Instrucción Pública le precisó importante abordar un punto que había sido motivo de largas discusiones en el seno del Consejo Superior de Educación y continuara motivando acaloradas debates en el futuro inmediato, en tema de la gratuidad de la enseñanza superior, la cual, según Sierra: “El Estado expensa y sostiene con cuantos elementos puede, no porque crea en la misión de proporcionar carreras gratuitas a individuos que han podido alcanzar ejercer carrera de signo, sino porque lo necesita, porque su vida, su honra, su movilidad social y el ocio de la sociedad no permiten que se sigan estos empeños absurdos”. Por lo que el establecimiento de la Universidad Nacional sería tardía, pues su propuesta debía tener inicios, su representación incluso en el mundo de la enseñanza se había visto mermada. al término de esta pieza oratoria, el representante del poder Ejecutivo declaró solemnemente inaugurada la Universidad y el subsecretario de Instrucción Pública procedió a dar lectura a la doble lista de doctores universitarios —ex artículo honoris causa— conferidos para la ocasión. El primer grupo estuvo conformado por los directores de las escuelas universitarias, independientemente de ser a no profesoras externos, así como de los docentes que tuvieran “varios años de buenos servicios”, de acuerdo con lo estipulado en el 2º artículo transitorio de la Ley Constitucional de la Universidad Nacional de México, el doctor Joaquín Eguía Lis,2 con lo que finalmente terminó la ceremonia inaugural de\n\nservicios eminentes a la ciencia, a la humanidad o a la patria, sobre todo en la enseñanza o en el prolongado y honorable ejercicio de una profesión” (Ley constitutiva..., 1910: 41-42; véase también García, 1911: 204-205). Pero la ceremonia no finalizó con estos sucesos, sino que continuó con una llamativa procesión del antefiltro de la Escuela Nacional Preparatoria hasta el edificio sede de la Universidad, la cual encabezaron los doctores de reciénmente nombrados. Al fin de la comitiva del general Díaz acompañado de los miembros de su gabinete, con lo que además de la cortesía obligada en esta clase de actos, expresaron el reconocimiento tácito del poder ante los emblemas del conocimiento. Sin duda, el espectáculo debió sorprender a la muchedumbre de curiosos que observara la extraordinaria vestimenta de los doctores universitaries y su lento paso por las calles más céntricas de la ciudad. Al llegar al edificio en el que estaría, al lado social que ya se había presentado como el nuevo ente universitario se añadía, desde los inicios la institución adoleció de serias deficiencias, algunas de las cuales fueron reconocidas por el propio ministro de Instrucción, quien al presentar su proyecto universitario ante el seno del Consejo Superior de Educación, advirtió a sus interlocutores que, por el momento, únicamente se concentraba a enunciar la forma legal que asumiría la Universidad, pues la sustancia de la misma radicaba en las escuelas que la conformaron. A continuación, habrá notado una de las limitaciones más significativas que a su juicio tenía el proyecto, estos, el carácter transitorio de su estructura inicial, susceptible de ser modificado con posterioridad, en un sentido más liberal de acuerdo con condiciones más adecuadas para las exigencias del progreso nacional. Por lo pronto, afirmaba que era necesario asumir esta \"forma de transición entre una corporación gobernable exclusivamente por el poder público y otra que disfrutara de mayor autonomía\". El segundo punto de su discurso lo dedicó a justificar los niveles educativos que debieran quedar fuera del ámbito universitario: la educación elemental y la especial. Sus razones, plantea a continuación mayor amplitud en otras ocasiones, eran las siguientes: \"El Gobierno no ha creído prudente, desprenderse de estos elementos; te será de tal modo que el servicio público de primera importancia que debe generalizarse en sus efectos y que involucra al Estado tiene que serles asignado a las actividades de la enseñanza elemental\" (Acta taquigráfica..., 1910, folios 1-4). El último tema aludido por el ministro era modular; este tenía que hacer hincapié en las diferencias entre la antigua universidad colonial y la Universidad Nacional que se fundaría al compás de las fiestas del Centenario, aspecto que ya había tratado en ocasiones anteriores y al que, unos meses después, dedicaría varios párrafos en el discurso inaugural de dicha institución, el 22 de septiembre del año 1910. Pero antes sus pares del Consejo, Sierra fue fuertemente más comprometido al afirmar que dicha corporación tuvo como base principios rígidos que habían impedido la libertad de pensamiento y, en consecuencia, el progreso de la ciencia. En sus audas dominado el espíritu tecnológico, razón por la cual, el sector político más progresista tomó las riendas del problema que, desde su origen encontró para \"acabar con los restros de esa fortaleza oscurantista\". A diferencia de aquella, el universidad que entonces se intentaba \"reconstruir\" sería un horizonte de alta cultura científica, acorde con los progresos de la modernidad, la cual, además, tendría la misión de difundir el saber entre aquellos encargados de transmitir, los masters. Así, como aconteció en otras facetas de la vida nacional, por lo que toca al ámbito educativo, las feliciades contrarrestas presenten al final una etapa de crisis. Es claro que el programa de la institución nada iba a la luz pública en este instante. Referencia \"Acta de instalación de la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia\" (1910), en Memoria de los trabajos emprendidos y llevados a cabo por la Comisión N. del Centenario de la Independencia designada por el presidente de la República el 1° de abril de 1907, para con el surgido ante la dirección general de la solemnidad y festejos que se organizaron en el mes de septiembre de 1910 conmemoración del primer centenario de la proclamación de la independencia de México, México, Imprenta del Gobierno Federal, p. 2. \"Acta taquigráfica de la sesión del Consejo Superior de Educación Pública, celebrada el 17 de enero de 1910. Presidencia del Sr. D. Justo Sierra, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes\" (1910), México, Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (AHUAN-UNAM, Consejo Superior de Educación, c.8, exp. 59, f.3. 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